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El nuevo imperativo del packaging: la innovación se une a la sostenibilidad
23/09/2025
CATEGORíA:
general
MARCA: London Packaging Week
Con más de 20 años de experiencia en marcas como Nestlé y Kellogg Company, Michael Carroll comparte cómo la innovación, la sostenibilidad y las decisiones basadas en datos están dando forma al futuro de los envases en los Premios a la Innovación de la London Packaging Week.
El sector de los envases está evolucionando rápidamente, impulsado por una nueva realidad en la que la innovación y la sostenibilidad son exigencias inextricablemente unidas. Ya no basta con que el envase contenga un producto: debe ser responsable con el medio ambiente y cumplir normas estrictas de funcionalidad y diseño. Hoy en día, las marcas se enfrentan al reto de equilibrar estas prioridades en un mercado que espera más, ampliando los límites de lo que el envase puede lograr.

Cada año, los Premios a la Innovación de la London Packaging Week reúnen a un jurado diverso y experto para evaluar los últimos avances en materia de envasado. Este grupo de 18 miembros evalúa rigurosamente las candidaturas de diversos sectores, como belleza y bebidas espirituosas, bienes de consumo rápido y productos de lujo, destacando las innovaciones que combinan creatividad, sostenibilidad y sentido práctico. Entre los jueces se encontraba Michael Carroll, especialista en envases con más de 20 años de experiencia en marcas mundiales como Nestlé y Kellogg Company. Su profunda experiencia en envases sostenibles ha servido de base para la revisión de cientos de candidaturas. Las ideas de Michael ofrecen una ventana reveladora al cambiante panorama del envasado, donde la innovación se enfrenta a retos del mundo real y la sostenibilidad matizada es primordial.

La sostenibilidad fue un tema claro e inequívoco durante todo el proceso de evaluación. Michael destaca: “Sin duda, el aspecto de la sostenibilidad destacó, especialmente en áreas como la compostabilidad y las consideraciones sobre el final de la vida útil”. Sin embargo, para abordar la sostenibilidad de forma eficaz es necesario reconocer que las necesidades de envasado varían significativamente entre los distintos sectores. Como señala Michael, “no tiene sentido aplicar los mismos criterios de sostenibilidad a los envases de productos de belleza que a los envases de alimentos de gran volumen. Esta perspectiva sectorial permite una apreciación más matizada de los retos y oportunidades específicos de cada categoría.
En este contexto, hay ejemplos alentadores de innovación, como el fuerte uso del papel y las nuevas técnicas de recubrimiento, que son realmente prometedoras. Sin embargo, Michael se apresura a reconocer: “En general, aún queda trabajo por hacer”. Entre las candidaturas, destacó una en particular: un vaso con un revestimiento mineral sin PE, que Michael describe como “un cambio de juego” con “potencial real para cambiar la industria”.
Advierte, sin embargo, que “requerirá una adopción generalizada para tener un verdadero impacto”. Como reflejo de la creciente madurez de la industria, el jurado demostró una fuerte alineación, con consenso en la puntuación y la clasificación de categorías, algo que Michael considera “siempre tranquilizador”.
Sin embargo, insiste en que la innovación en envases debe considerarse de forma holística. “Hay que tener en cuenta todo el proceso de envasado, ya se trate de bienes de consumo rápido o de lujo. Hay que integrar la sostenibilidad, pero el producto tiene que cumplir su función”. Insiste en la necesidad de equilibrio: “No se puede vender un producto de 500 euros en una simple bolsa de papel marrón; tiene que parecer que vale 500 euros”. Lograr el equilibrio adecuado entre forma, función y fin de vida útil es todo un reto. “Algunas marcas lo hacen bien; otras, no tanto”.
Una tendencia importante que observó Michael fue que las marcas contaban historias matizadas sobre sus esfuerzos de sostenibilidad. “Tal vez el envase no sea 100% reciclable, pero han mejorado una parte clave del proceso y han reducido las emisiones de carbono como resultado”. Señala cómo la gente puede obsesionarse con la reciclabilidad o el contenido reciclado, cuando, “desde el punto de vista de la reducción de CO2, no siempre es la mejor solución”. Por ejemplo, “a veces la incineración y la recuperación de energía son menos intensivas en carbono que la recogida, la clasificación, la limpieza y el reciclado, y todo el proceso necesita análisis de ciclo de vida exhaustivos e independientes”. Cita una marca de belleza que “podría decir: “No buscamos la reciclabilidad, pero hemos creado algo con la menor huella de carbono posible que sigue pareciendo de primera calidad”. Esa mentalidad es cada vez más común”.

Progreso incremental
El progreso suele ser incremental más que revolucionario. Michael explica: “No siempre vamos a ver saltos masivos hacia adelante. A veces es sólo un poco de renovación”. Pequeños detalles, como perfeccionar la forma del envase para mejorar la logística o modificar el envasado secundario, pueden mejorar significativamente la eficiencia global del sistema. “Esos pequeños y meditados detalles demuestran que la gente tiene en cuenta todos los aspectos del envasado”. Y algunas de las ideas más interesantes resuelven problemas que la gente ni siquiera sabía que existían, hasta que la propuesta explica: “Ah, sí, eso es un problema”, y la solución inteligente se hace evidente. Se trata de construir sobre lo anterior “paso a paso”.
A veces, la solución exige un enfoque completamente distinto. Michael anima a pensar de forma disruptiva: “Veamos cómo envasar algo que siempre se ha hecho tradicionalmente en un formato y digamos: vale, probemos un formato diferente que sea disruptivo pero que también nos aporte beneficios en cuanto a carbono, eficiencia de materiales, ahorro de costes y ventajas para el consumidor”. Comparte un ejemplo de los premios: envasar la mezcla Bombay, un producto sólido, en una lata de bebidas, tradicionalmente utilizada para líquidos. “Hay retos. No tienes la presión interna de un líquido para mantener la fuerza, pero hay formas de evitarlo”. La cuestión es que “alguien tomó la decisión de no utilizar la bolsa de llenado vertical estándar, como todo el mundo. Han optado por la disrupción, y eso siempre es bueno de ver”.
Sobre las afirmaciones de sostenibilidad, Michael insta al escepticismo y exige transparencia. “Hay tantos reclamos de “envases novedosos”, “envases innovadores”, “envases sostenibles”. Pero, ¿hasta qué punto son sostenibles? ¿Qué certificación lo avala? ¿En qué mercados son realmente reciclables? Desconfía especialmente de afirmaciones generales como “100% reciclable”, “100% sin plástico” o “100% papel”. Explica: “Muy pocas cosas en este mundo son realmente 100% reciclables. Por ejemplo, una lata de aluminio. No es totalmente de aluminio. Tiene tintas, revestimientos de plástico y juntas de polímero. Por eso, cuando alguien dice “100% aluminio”, es técnicamente inexacto”.
Esto le lleva a un punto esencial: los datos y los detalles. Michael alaba las candidaturas que aportan pruebas técnicas. “Me han llegado cientos de propuestas y quería saber de cada una de ellas: ¿Qué tipo de placa has utilizado? ¿Por qué ese GSM en concreto? ¿Podrías haber elegido una alternativa más sostenible?”. Señala que “la mayoría de los presentes en esta sala habrán redactado especificaciones de envasado en algún momento”, y ahí es donde “el diablo está en los detalles”. ¿Por qué utilizar un polímero concreto? ¿Por qué ese grosor? “¿Ha hecho una prueba de resistencia a la carga superior? ¿Un ensayo de línea?”. Las buenas decisiones de envasado se basan en datos y pruebas, no sólo en suposiciones. Se trata de demostrar la idoneidad para el fin previsto mediante simulaciones y pruebas en el mundo real. Michael afirma: “Hay que demostrar que el envase es el mejor de su clase y realmente adecuado para su fin”. Este enfoque riguroso separa la auténtica innovación de las afirmaciones superficiales.

El elevado coste del cambio
Otro factor de gran importancia es la inversión necesaria para cambiar los envases. Michael destaca la complejidad: “Los consumidores no se dan cuenta de la inversión que supone cambiar de envase”. Las líneas de envasado se construyen para formatos específicos, por lo que pivotar supone un coste significativo. Desde el punto de vista de la marca, las empresas deben o bien colaborar estrechamente con los proveedores de envases para validar los nuevos diseños antes de comprometerse, o bien ser audaces e invertir por adelantado, guiándose por los estudios de consumo.
No es barato. Michael explica: “Un millón de libras por una línea de envasado no da para mucho: diseñar, encargar, instalar, probar, aprobar y poner en marcha puede llevar más de 18 meses”. Es un compromiso enorme. Y “si no funciona, sigues pagándolo en un periodo de 10 a 15 años”. Esta realidad impulsa un cuidadoso pero valiente acto de equilibrio.
Por último, Michael celebra la riqueza de la diversidad del jurado. Con expertos de los sectores de la belleza, el vino, los licores y los productos de gran consumo, se produce un valioso intercambio de ideas. “Alguien del sector del lujo puede preguntarse: '¿Cómo puedo mejorar un artículo de producción masiva bastante estándar tomando prestadas las claves de calidad de una botella de whisky de primera calidad? Mientras tanto, los expertos en bienes de consumo piensan en reducir el material o el coste”. Este intercambio enriquece a toda la industria.
“Se trata de aprender unos de otros: tomar los efectos de acabado o los detalles de diseño de las marcas de lujo y aplicarlos a los productos convencionales para elevar el valor percibido o, a la inversa, utilizar las estrategias de eficiencia de los productos de gran consumo para racionalizar los envases premium”. Cada detalle cuenta, y este espíritu de colaboración es vital para avanzar hacia envases más inteligentes y sostenibles.
Las reflexiones de Michael Carroll ofrecen una imagen clara de una industria en transición, que evoluciona a través de la innovación reflexiva, la sostenibilidad fundamentada, la toma de decisiones basada en datos rigurosos y la vibrante colaboración intersectorial. El camino que queda por recorrer requiere un equilibrio entre forma y función, ambición y pragmatismo, y creatividad y responsabilidad. Sin embargo, el potencial es inmenso: envases que no sólo cumplen su función, sino que además aportan un valor medioambiental y comercial duradero.
Las reflexiones de Michael dibujan un panorama claro de una industria en transición a través de la innovación reflexiva, la sostenibilidad fundamentada, la toma de decisiones basada en datos rigurosos y la vibrante colaboración intersectorial. El camino que queda por recorrer requiere un equilibrio entre forma y función, ambición y pragmatismo, y creatividad y responsabilidad. Pero el potencial es inmenso. Envases que no sólo se ajustan a su finalidad, sino que también aportan un valor medioambiental y comercial duradero.
Los días 15 y 16 de octubre de 2025, el recinto ExCeL London acogerá una nueva edición de la London Packaging Week, una cita clave para descubrir las últimas innovaciones en envase y embalaje. El evento reunirá a líderes del sector y a una comunidad internacional de profesionales comprometidos con el futuro del packaging, donde creatividad, sostenibilidad y soluciones aplicadas confluyen para marcar la dirección de la industria.

Easyfairs organiza y acoge eventos que reúnen a las comunidades para visitar el futuro. En la actualidad organiza 110 eventos líderes en el mercado en 12 países (Alemania, Argelia, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza) y gestiona ocho sedes de eventos en Bélgica, Países Bajos y Suecia (Amberes, Gante, Malinas-Bruselas Norte, Namur, Gorinchem, Hardenberg, Malmö y Estocolmo).








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