En 2001: Una Odisea en el Espacio, HAL 9000 no solo era la máxima expresión de la inteligencia artificial, sino un símbolo de la automatización llevada al extremo, para lo bueno y para lo malo: fiable -hasta que dejó de serlo-, preciso -hasta que decidió interpretar sus propios objetivos-.

Hoy, en el sector del packaging y la industria manufacturera en general, la automatización avanza a un ritmo vertiginoso, sin los dilemas morales del insigne personaje de Arthur C. Clarke, pero con la misma promesa de eficiencia absoluta. Ya que la automatización nos acerca a un punto donde la eficiencia es la norma y la toma de decisiones basada en datos una obligación.

 

Porque los datos son claros: la robótica y la digitalización han dejado de ser el futuro para convertirse en una necesidad presente. España, cuarto país europeo en instalación de robots industriales, ha experimentado un crecimiento del 31% en su adopción, con un papel clave en el sector del packaging. El uso de sistemas de visión artificial, robótica colaborativa y gemelos digitales está redefiniendo los procesos productivos, optimizando recursos y reduciendo desperdicios.

 

Y es que los beneficios saltan a la vista: las empresas automatizadas reducen hasta un 20% sus costes operativos, logran mayor trazabilidad y garantizan una producción más flexible. La digitalización del packaging ha permitido la personalización en masa, adaptando los envases a las demandas cambiantes del mercado sin ralentizar las líneas de producción. Y a esto se suma la sostenibilidad, puesto que los sensores inteligentes y sistemas de control automatizados minimizan el uso de materiales y energía, un requisito ineludible ante las crecientes regulaciones europeas.

 

Sin embargo, la automatización no es solo una cuestión de tecnología, sino de estrategia. La interconexión entre máquinas y plataformas ERP, la implantación de cobots que trabajan en sincronía con operarios humanos y el auge del mantenimiento predictivo son elementos que requieren inversión, pero también un cambio de mentalidad en la industria. No se trata de sustituir personas, sino de optimizar sus capacidades en una nueva sinergia entre humano y máquina.

 

Las previsiones para los próximos años dibujan un horizonte donde la IA y la automatización ya no serán una opción, sino la regla. Sensores que perciben el más mínimo cambio en la temperatura o humedad de un envase, algoritmos que detectan anomalías antes de que se conviertan en errores, sistemas que aprenden de su propio funcionamiento y ajustan la producción en tiempo real.

 

En este ecosistema, las empresas que abracen esta evolución tienen todas las capacidades para avanzar y no quedarse ancladas a un pasado cada vez más obsoleto. Por lo tanto, el reto no es la automatización en sí, sino cómo gestionamos el inmenso poder que nos otorga.

 

En este número tratamos de responder a todas estas cuestiones con un amplio dossier con entrevistas y firmas de asociaciones, empresas líderes y expertos que les invitamos a leer en estas mismas páginas.

 

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