OPINIÓN
“La naturaleza aborrece el vacío”
05/11/2024

“La naturaleza aborrece el vacío”. Esta cita, atribuida a Aristóteles, resume una de las ideas fundamentales de la física clásica: la tendencia de la naturaleza a llenar los espacios vacíos
Pero, ¿y si ampliamos su significado y la aplicamos a nuestra industria del packaging? En un contexto donde los residuos plásticos llenan los mares y los microplásticos invaden hasta los rincones más recónditos del planeta, parece que hemos olvidado el equilibrio inherente de la naturaleza.
Este principio aristotélico, seguramente pensado para describir fenómenos físicos, puede extenderse para hablarnos de algo más que el vacío material: nos invita a reflexionar sobre los vacíos que dejamos como sociedad. El vacío ético que se abre cuando no asumimos la responsabilidad sobre el ciclo de vida completo de los productos que fabricamos. El vacío medioambiental que surge cuando ignoramos las consecuencias de nuestros excesos. ¿Cómo podemos llenar esos vacíos desde el packaging?
El desafío del packaging en la actualidad no es simplemente crear envases que se vean atractivos en los lineales o que prolonguen la vida útil de los productos. El verdadero reto de la industria radica en comprender que cada envase, por pequeño que sea, forma parte de un ecosistema más amplio, un sistema natural que aborrece los excesos y busca equilibrio.
A lo largo de la historia, hemos llenado vacíos con soluciones innovadoras. Los avances en materiales biodegradables, el auge de los envases reutilizables y los desarrollos en reciclaje han mostrado que es posible diseñar sin comprometer el futuro. Sin embargo, aún estamos lejos de resolver el problema global de los residuos. Cada año, toneladas de plástico llegan a vertederos o, peor aún, al océano. Aquí, el vacío no es metafórico; es real y está ahogando a la Tierra.
¿Qué nos dice la filosofía aristotélica sobre la solución? Que debemos buscar la forma de restaurar el equilibrio. La industria del packaging es, en buena parte, responsable y debe adoptar un enfoque de ciclo cerrado, donde cada envase esté diseñado con su futuro en mente: que sea reciclable, biodegradable o completamente reutilizable. En lugar de dejar un vacío tras su uso, los envases deben reintegrarse en el flujo natural de recursos, devolviendo a la naturaleza lo que tomaron. Circularidad.
Por lo tanto, si la naturaleza aborrece el vacío, nuestra misión es clara: debemos evitar dejar huecos en nuestro legado. La innovación debe estar guiada por principios éticos y medioambientales, llenando los vacíos que hemos creado con soluciones conscientes y sostenibles. A la naturaleza le gusta la circularidad, diría el filósofo.
Y una de las empresas que mejor ha comprendido esto es BOBST, uno de los proveedores de maquinaria de packaging y etiquetas más relevantes del mundo. La compañía suiza es plenamente consciente -y en ello basa su estrategia- de que sus decisiones de hoy tendrán un impacto en las generaciones futuras. “Personas, conocimientos y valores” son los pilares de una empresa comprometida con “garantizar un equilibrio entre la vida laboral y personal, un entorno laboral positivo y una mayor responsabilidad social”. Una empresa que lo demuestra con hechos. A BOBST le dedicamos nuestra portada de octubre.
Fco. Javier Romero
Editor jefe de la Revista Infopack
